Guillermo de Aquitania, el Duque Trovador
Guillermo de Aquitania, llamado también de Poitiers
El duque Guillermo IX de Aquitania
fue un gobernante inteligente y admirado. con talento
artístico en demasía, aventurero y algo irresponsable. Es él, el poeta maldito original,el iniciador de los cantares de gesta,trova caballeresca, escribía
versos, eróticos que la sociedad tildaba de blasfemos, sumados a su
comportamiento sirvieron para enfrentarlo en incontables ocasiones con la Iglesia Católica, pero su ingenio lo salvo de ella.
En el año 1088 se casó con Ermengarda, la apasionada y bella hija del conde Fulco IV de Anjou. Desafortunadamente la esposa no tardó en manifestar síntomas de desequilibrio mental, era muy depresiva hoy podría atribuirse-le su comportamiento a la esquizofrenia.
Como no tuvieron hijos, Guillermo logró anularlo. Ermengarda despechada posteriormente se casó con el conde de Bretaña,
Política religiosa: sus dos excomuniones
No era lo que se dice un cristiano al uso. Le excomulgaron dos veces, aunque luego le perdonaron. La primera vez fue por dejar a su primera mujer. Cuando el obispo le amenazó con la excomunión le puso, retador, un cuchillo en el cuello diciéndole aquello de que "no hay huevos a excomulgarme", pero el obispo los tenía bien puestos y no se echó atrás.Luego se encapricho por otra tal Amauberge, esa a la que llamaban "la Peligrosa", que era esposa de un vasallo suyo que el pobre tenía más cuernos que el cumpleaños de Bambi. Por esto le excomulgaron por segunda vez. Guillermo casó a su primogénito y heredero con una hija de "la Peligrosa" diciéndole que si follaba la mitad de bien que la madre seguro que se quedaba contento y que así todo quedaba en familia. De esta manera se da la paradoja de que Guillermo jodió con las dos abuelas de sus nietos habidos de ese matrimonio.
En 1094 Guillermo partió hacia Aragón en busca de la joven viuda de Sancho Ramírez, la lógica Felipa, de sólo 19 años.
Felipa, sobrina nieta de Guillermo el Conquistador, era la heredera del condado de Tolosa, que deseaba añadir a sus dominios. Su carácter era el habitual entre las duquesas de Aquitania: piadosa, noble, y política nata. Su padre, Guillermo de Tolosa, después de entregarla en matrimonio había partido en peregrinación a Tierra Santa, dejando a su hermano Raimundo, conde de Saint-Gilles, como regente. Pero el peregrino falleció al cabo de 5 años, y Raimundo usurpó el título que le correspondía por herencia a Felipa. Ella estaba ansiosa por volver a casarse con un hombre con suficiente poder para recuperar Tolosa, y el duque de Aquitania le pareció adecuado, de modo que aceptó su propuesta.
Raimundo de Tolosa
En 1095 el Papa Urbano II proclamó la Primera Cruzada
para liberar Jerusalén, entonces bajo dominio árabe. Guillermo IX
estuvo tentado de tomar la Cruz, pero se lo pensó mejor. Fue Raimundo
quien al año siguiente se puso al frente de un ejército de 100.000
cruzados, habiendo renunciado previamente a reclamar Tolosa para su hijo
Bertrand.
En 1096 Guillermo marchó sobre Tolosa y logró apoderarse del territorio, incurriendo en la enemistad de la Iglesia por haber violado la Tregua de Dios, que estipulaba que los cristianos no podían invadir las tierras de un caballero cruzado durante su ausencia. La intervención del obispo de Poitiers logró alejar la amenaza de excomunión, pero las relaciones de Guillermo con la Iglesia fueron tensas en lo sucesivo.
En 1099 nació un hijo a quien se le impuso el nombre de su padre. Por esa época comenzaban a llegar a Europa las noticias de la toma de Jerusalén por los cruzados. Esto hizo pensar al duque que tal vez hubiera debido tomar la cruz después de todo, así que hipotecó Tolosa a Bertrand para procurarse fondos con los que financiar el viaje, dejó a Felipa como regente en Poitiers y se fue.
En 1101, en Heraclea, hubo de contemplar llorando desde lo alto de una colina cómo su ejército era despedazado. Después de eso no tuvo otra alternativa que regresar a casa, aunque se demoró durante el camino para disfrutar de las exóticas delicias de la corte de Antioquía y también para visitar los santuarios de Jerusalén.
De regreso en Poitiers comenzó a escribir poemas en lengua provenzal, versos sensuales con los que celebraba la belleza femenina, los placeres de la carne y del amor. Han llegado hasta nosotros once de sus obras. Pronto la corte del duque Guillermo comenzó a hacerse famosa en toda Europa por esta nueva tendencia literaria, que abordaba temas que no se trataban desde la antigüedad.
Durante los años siguientes permaneció en sus dominios escribiendo poemas y librando guerras inútiles contra sus vasallos desleales, batallas que sólo sirvieron para debilitar su propia posición. Perseguía abiertamente a las mujeres, y llegó a jactarse de que tenía intención de fundar una abadía para prostitutas cerca de su castillo en Niort. Se lo describe como valiente y galante, pero un auténtico bufón que “sólo encontraba placer en una tontería tras otra”. No solamente la iglesia, sino muchos de sus contemporáneos, más serios que él, se escandalizaban de su comportamiento. Su esposa guardaba silencio y cada vez buscaba más consuelo en la religión.
Su obra poética
-Poesía sobre nada: de hecho va sobre eso, sobre nada. Es tan poética que parece que el bueno de Guillermo desvaría o se está quedando con uno.
Haré un poema de la pura nada.
No tratará de mí ni de otra gente.
No celebrará amor ni juventud
ni cosa alguna,
sino que fue compuesto durmiendo
sobre un caballo.
No tratará de mí ni de otra gente.
No celebrará amor ni juventud
ni cosa alguna,
sino que fue compuesto durmiendo
sobre un caballo.
Pero yo os diré enseguida del coño cual es la ley,
como hombre que allí ha hecho mal y lo ha obtenido también:
Todo merma el uso, en cambio el coño mejora su ser.
Las dos zurriegas: va sobre un tipo que se hace el mudo para joder con dos mujeres que, de esta manera, piensan que no va a contar lo que pasó entre ellos.
Y así se las gastaba el buen señor.
como hombre que allí ha hecho mal y lo ha obtenido también:
Todo merma el uso, en cambio el coño mejora su ser.
Las dos zurriegas: va sobre un tipo que se hace el mudo para joder con dos mujeres que, de esta manera, piensan que no va a contar lo que pasó entre ellos.
Tanto las jodí como oiréis;
ciento ochenta y ocho veces, pues,
que al poco la polla se me cae
en muchos trozos
y no os puedo decir el mal
que me pegaron
ciento ochenta y ocho veces, pues,
que al poco la polla se me cae
en muchos trozos
y no os puedo decir el mal
que me pegaron
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